7 ago 2012

Nunca me habían dedicado una poesía, hasta que me enamoré.

Poema para Jorge

No te alejes mucho.

No te marches del perímetro que es capaz de abarcar mis ojos de reptil.

Si pierdo de vista a tus ojos, tus manos, tu cuerpo: no sé, siempre estoy al borde la locura, seguramente haría locuras.

Desde que estás en mi perímetro, no pienso demasiado en mi muerte, o al menos esta vez, no soy La presa.
Te estoy mintiendo: sí pienso en la muerte, pero ya menos, o tal vez, más desesperadamente por todo lo que ahora perdería.

Me he dispuesto a darle caza a mis más fervorosos deseos y a mis más intensas pasiones.

Me atrapas por la espalda, nos pones frente al espejo y veo en tus ojos a un cachorro de oso huérfano, asustado. Presiente que pronto le crecerán garras y colmillos, pero eso nunca borrará que estuvo solo y tuvo miedo.

Me atrapas por la espalda, me pones frente al espejo y veo en mis ojos los cañaverales ardiendo, mil esclavas que corren y veo cóo creció desnuda la rabia, hija primogénita del miedo.

Nos besamos un poco y vamos venciendo a la muerte, esa conciencia, ese darse cuenta. La soledad que significa ir haciéndose libres. Y por casualidad sería más conviente ser estúpidos.

La realidad nos estalla enfrente cada mañana con una granada de cristales, bocinas y asfalto. Una vez más el genio y la filósofa son humillados por la opresión más soterrada.
Pero el genio y la filósofa conjurarán su grandeza y someterán el absurdo, siquiera una vez, y para siempre.

Es aquí donde empieza a ser tangible el amor verdadero: aquel que es capaz de descubrir en otro, tanto la miseria como la grandeza propias y decide acompañarse, seguirse, apasionarse, ver otra forma de guerra, una que pueda ganarse o empatar siquiera, otra razón para la causa, hacerla causa.

Quisiera ser más justa, pero ya no puedo, porque al fin y al cabo, cuántas veces no he reivindicado a todo un mundo, sólo por reivindicarte a ti. Te reivindico amor mío, totalmente.

Le tengo miedo a la sagrada y asfixiante familia, como se le teme a un monstruo. Pero quedémonos junticos tú y yo por un rato, por un buen rato (y ojalá todo rato) en esta vida.

Me gusta cómo se va sintiendo esta vida desde que estamos juntos casi accidentalmente. La tragedia se va haciendo soportable y digna de burla y hasta lo árido amenaza con florecer.

El ritual sigue sometiendo al par de genios, pero la granada de cristales y asfalto va perdiendo su fuerza, frente a nuestra alianza, frente a una verdadera fuerza motriz.

2 comentarios:

Jorge Castañeda Patten dijo...

¡Que belleza mi titánide!

Anónimo dijo...

Yo creo que te lo escribiste tu mismo Patten saludos